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Si has visto alguno de mis últimos vídeos, sabrás que llevo un tiempo hablando de esos archivos raros que han empezado a aparecer en algunas webs: llms.txt y llms-full.txt.

A simple vista parecen eso, líneas de código olvidadas, pero detrás esconden algo mucho más interesante: el principio de una nueva era en la navegación web. Y también (esto ya te lo anticipo) el fin de muchas de las certezas con las que crecimos diseñando para internet.

No estoy exagerando. Estoy describiendo.

El clic ha muerto (pero aún no lo sabe)

Se viene una generación de navegadores que no esperan que navegues. Te escuchan, interpretan lo que necesitas y lo hacen por ti. Y no hablo de promesas futuristas. Hablo de Arc DIA, de Comet, de navegadores con alma de asistente, con IA integrada que ya no busca páginas, sino que acciona cosas.

Pídele algo. Lo hará. Sin clics. Sin formularios. Sin interfaz, casi.

La navegación ya no es una actividad. Es un acto de lenguaje.
Welcome to la web post-buscador.

Y eso, para quienes diseñamos experiencias, lo cambia todo. Porque si la conversación es la nueva interfaz, hay que empezar a hablar de diseño sin diseño. De experiencias sin pantallas. De interacciones que ocurren donde tú ni siquiera estás mirando.

El paradigma invisible

Llevamos años afinando microinteracciones, optimizando el color de los botones y alineando textos con obsesión milimétrica. Y ahora resulta que todo eso desaparece bajo el manto de una inteligencia artificial ambiental que hace el trabajo por ti sin que lo pidas, sin que lo veas.

Esto no es tendencia. Esto es core update de cómo entendemos el mundo digital.

Las interfaces contextuales, la experiencia de usuario invisible, las conversaciones como núcleo del sistema… todo eso no es una utopía post-digital. Es lo que ya están explorando las grandes tecnológicas, y lo que pronto será tan natural como desbloquear el móvil.

Y cuando eso pase, muchas profesiones, muchos flujos, muchos títulos de trabajo… van a tambalearse.

UX-driven pero sin UX. Lovely.

Cuando ya no sabremos dónde empieza la IA y acaba el software

Una de las cosas más fascinantes (y a la vez más inquietantes) que se viene para 2026 es la disolución progresiva de la frontera entre software tradicional e inteligencia artificial.

No será inmediato, pero vamos camino de un punto donde ya no sabrás si estás usando un programa o interactuando con un modelo de lenguaje.

Todo estará “AI-enhanced”, “AI-powered” o simplemente AI-inside, como si fuera el nuevo Intel. Y eso implicará que muchas de las herramientas que hoy consideramos «software clásico» empezarán a actuar por sí mismas, tomar decisiones, anticiparse… sin necesidad de decirte que lo están haciendo. Si seguís a Howard Pinsky de Adobe, ya están haciendo pruebas de diálogos contextuales en photoshop. Así que… imaginad. 

Estaremos dentro de la IA sin darnos cuenta.
Bueno, casi todos.

Porque en Europa… ya sabes lo que viene.

Salvarte (de momento) tirando de freno de mano 

La Unión Europea se ha puesto el traje de adulto responsable y ha decidido regular la IA. Y en parte está bien, porque alguien tiene que hacerlo. Pero también es cierto que esto va a frenar muchas de las cosas que ya están ocurriendo fuera.

¿Contradictorio? Sí. ¿Necesario? Quizá.
¿Irritante? Bastante.
¿Beneficioso? También. Aunque seas un cuñado que lo critique sin pensar. Y yo suelo ser crítico porque considero que no apuntan hacia la dirección adecuada. 

Porque, y aquí viene la parte que nadie se atreve a decir en voz alta: esta regulación no solo protege a los usuarios. También les da un respiro a muchas empresas que, siendo sinceros, no tienen ni idea de lo que se viene. Organizaciones que no han hecho ni el mínimo esfuerzo por adaptarse a esta nueva ola… y que, gracias al marco legal, van a sobrevivir más tiempo del que se merecen.

Vamos, que el compliance te está salvando el culo.

Dos velocidades, una sola dirección

Mientras tanto, en el resto del mundo, la navegación autónoma, los copilotos, los asistentes persistentes y las experiencias contextuales están avanzando a velocidad absurda. Ya hay agentes que reservan vuelos, hacen la compra o gestionan tu calendario sin pedirte permiso.

Y no necesitas una API. Solo necesitas pedirlo.

Esa es la realidad: el mundo se parte en dos. Los que se adaptan, y los que regulan.

Ya he dicho en bastantes ocasiones que en un mundo globalizado esto nos puede dejar en una situación grave de “desventaja competitiva”. No voy a insistir más. 

Entonces, ¿qué hago con todo esto?

Pues lo mismo que yo: investigar, entender, documentar, anticiparse.

Porque aunque aquí el cambio sea más lento, llegará. Y no quiero estar en la lista de quienes lo vieron venir y pensaron: “ya si eso lo miramos el trimestre que viene”.

Lo que estamos viviendo no es un rediseño del navegador. Es un rediseño del acceso a la información, de la interacción digital, de la propia noción de interfaz.

Así que la próxima vez que escuches «AI First», no lo pienses como una moda. Piensa que es el nuevo sistema operativo del mundo.

Y si ya no sabes si estás usando una IA o hablando con ella, enhorabuena: ya estás navegando en el futuro.

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